La danza en la antigüedad clásica. Los antiguos Imperios

El comienzo de la danza en Grecia es poco claro, es conocido que el baile ha jugado un importante papel en la vida de los griegos a través de la historia.
En las antiguas comunidades griegas las danzas eran muy admiradas, efectivamente en sus escritos Platón manifestó su creencia de la virtud de los bailes expresando que un hombre que no bailaba era poco elegante y sin educación.
En las celebraciones en honor a Demeter, Era y Artemisa y en los festivales Panate-neas donde honraban a Atenea danzaban doncellas con una túnica larga hasta los pies.
Llegaban a Delfos una de las ciudades más prestigiosas de la Grecia Clásica bailarines que provenían de las regiones más remotas, pues en la antigüedad la danza formaba una parte importante de la religión.

Entre los romanos se usaba una especie de danza que mejor debería llamarse pantomima en los entierros o funerales. Un hombre tomaba el vestido del difunto y, cubierta su cara con una. máscara, iba delante de la pompa lúgubre remedando las costumbres y modales más conocidos del sujeto que representaba, de modo que venía a ser un orador fúnebre sin hablar una palabra, de todas las costumbres del muerto.

El baile o danza de los sabios salios fue instituido por Numa Pompilio, segundo rey de Roma, en honor de Marte, el que ejecutaban doce sacerdotes llamados salios escogidos de las más ilustres familias de Roma.

El baile del Himeneo o «danza nupcial» estaba en uso entre los romanos. Se ejecutaba en los matrimonios de los antiguos por jóvenes y doncellas coronados de flores, que con sus figuras y con sus pasos expresaban la alegría que reina en una feliz unión. Con el tiempo este baile, tan sencillo en su origen, pasó a ser un vivo ejemplo y una pintura la más obscena de las funciones más secretas del matrimonio. La licencia y el libertinaje llegaron a tal punto que el Senado se vio precisado a echar de Roma a todos los danzarines y maestros de semejante baile.

Todos los pueblos,  tuvieron sus bailes sagrados, que eran considerados como una parte del culto que debía tributarse a sus divinidades. Los galos, los españoles, los alemanes, los ingleses tenían sus danzas sagradas. En todas las religiones antiguas fueron los sacerdotes danzadores por estado. Si hemos de dar crédito a Scaligero, los obispos fueron llamados præsules en la lengua latina (a præsiliendo) porque ellas principiaban la danza sagrada. Así es que en casi todas las iglesias que se construyeron en los primeros tiempos se dejaba un terreno elevado al que se daba el nombre de coro; este era una especie de teatro separado del  altar tal como se ve aún en el día de hoy en las iglesias de san Clemente o de san Pancracio de Roma, en el que se ejecutaban las danzas sagradas con la mayor pompa en todas las fiestas solemnes. Aunque estos bailes hayan sido sucesivamente desterrados de las ceremonias de la Iglesia, no obstante se conservan todavía en algunos pueblos católicos en honor de los misterios más augustos de esta religión.