Cultura ¿que es la cultura?
Existen distintas ciencias que estudian al ser humano pero cada uno lo analiza desde una perspectiva de estudio. La antropología cultural es una de las ciencias que profundiza en el conocimiento del ser humano considerando el análisis de las costumbres y tradiciones de los pueblos y su influencia en los valores y en el estilo de vida de las personas.
Esta disciplina también recibe el nombre de antropología social, es decir, toma como objeto de estudio la sociedad desde distintos puntos de vista: estudio de los mitos, estructura política de los pueblos, tipos de familia e interacción social, calidad de vida, alimentación…
La cultura es una segunda naturaleza
La antropología cultural explica que para poder comprender a un ser humano es importante conocer también el entorno en el que vive ya que este entorno influye de forma directa en su modo de ser. Este tipo de conocimiento también estudia, por tanto, la vertiente social del ser humano como un ser de costumbres que termina interiorizando como normales y lógicas muchas de las tradiciones que observa en su entorno más cercano. Desde este punto de vista, la cultura es como una segunda naturaleza.
El ser humano, como agente social directo, también es un ser ético (la ética es otra de las disciplinas estudiadas por la antropología cultural). La moral también puede tener unos matices concretos dependiendo del tipo de cultura. La antropología social reflexiona también sobre las diferencias importantes y las semejanzas que existen entre los distintos tipos de cultura y en cada contexto histórico.
Conocer la esencia de los pueblos
La antropología cultural estudia el modo de vida de los pueblos más desarrollados y también, de los más primitivos. La cultura es importante porque aporta una identidad al grupo que se siente identificado con esa esencia. Es decir, el valor del grupo también muestra el refuerzo de la pertenencia que siente el individuo al formar parte de un entorno con el que comparte valores y costumbres.
La observación es uno de los métodos más utilizados en la antrología cultural para analizar las tradiciones de un pueblo a partir de datos objetivos y no a partir de hipótesis y suposiciones. Esta ciencia también es importante porque permite al ser humano conocer su evolución histórica y su desarrollo.
Movimientos de la cultura universal
Enfoque antropológico de la cultura
Textos complementarios
Cultura universal como mito.
La idea de cultura universal ha sido propuesta como el contenido de todo proyecto de unidad de la humanidad; pero este proyecto se desdobla en dos, en función de la oposición entre una “cultura total” y una “cultura parcial” (ya sea particular, ya especial). Ahora bien, se trata de dos “sistemas” de oposiciones “matricialmente entrejidas”, a saber:
· Cultura particular especial (cultura musical de la Corte de Felipe II)
· Cultura particular global (cultura española a lo largo de su historia)
· Cultura universal especial (música de todos los pueblos) y
· Cultura universal global (“cultura de la humanidad”).
Ante esto caben dos opciones:
(1) Interpretar las oposiciones como dicotómicas, tales que una de ellas fuera la clase vacía. En este caso habría que optar: o bien por una concepción de la cultura que niega la posibilidad de una cultura universal (tanto especial como global), caso del relativismo megárico, o bien por una concepción que niegue la posibilidad de culturas particulares, alegando que la “verdadera cultura”, sin dejar de ser particular, ha de ser universal (“Don Quijote –“manchego universal”, o el proletariado, como “clase universal”).
(2) Interpretar la oposición en sentido no integral aunque sea dicotómico en relación a los contenidos determinados. Se considerará que ninguna de las cuatro son la clase vacía. Podrá hablarse, al modo de Ibn Hazm, de una cultura particular de los pueblos (de una cultura étnica) y de una cultura universal a todos los pueblos (Matemáticas, Física, etc.). [442-443]
Desde nuestro punto de vista estas probabilidades son ilusorias. No porque neguemos, al modo spengleriano, la universalidad de las matemáticas o la física, sino por dudamos que sean contenidos de la cultura objetiva. No hay que confundir la universalidad transcultural que les atribuimos con la posibilidad de universalidad de otros contenidos culturales. La oposición entre contenidos particulares y universales es ilusoria, como lo es la oposición entre una lengua positiva y la “lengua universal”. La cuestión debe plantearse en el plano de la cultura objetiva; en él es donde la idea de cultura universal (total y particular) es problemática. Esa cultura no existe. La cultura universal ha de formarse a partir de las culturas particulares del presente o del pretérito. Aquí se nos abren cuatro alternativas:
Universalización entendida como generalización e integración de todos los contenidos culturales específicos dados en un corte histórico determinado (por ejemplo, la idea de “hombre total”). Así, el armonismo de la UNESCO.
Universalización como resultado de la prevalencia hegemónica de algún contenido especial y particular (por ejemplo, la democracia parlamentaria, sociedad de mercado, el vídeo, la religión católica).
Creación de contenidos nuevos por transformación o anamórfosis [94] de contenidos ya existentes, pero manteniendo muchos de ellos.
Desaparición de todos los contenidos culturales históricamente dados y creación, por emergencia [92], de una cultura nueva: el “hombre nuevo”.
Cultura y entorno de aprendizaje
La importancia de la cultura
En todo entorno de aprendizaje hay una cultura predominante que influye sobre todos los otros componentes del entorno. En la mayoría de los entornos de aprendizaje, la cultura se toma por sentado o puede estar más allá de la conciencia de los alumnos y aún de los profesores. Intentaré demostrar por qué los profesores, instructores y maestros deberían prestar especial atención a los factores culturales, de modo de tomar decisiones concientes sobre cómo implementar los diferentes componentes de un entorno de aprendizaje. Aunque el concepto de cultura pueda ser un poco abstracto en este punto, veremos que es muy importante para el diseño de un entorno eficaz de aprendizaje online.

Resumen
La cultura es un componente crítico para el entorno de aprendizaje. Es importante ser conscientes de la influencia que la cultura tiene en todos los entornos de aprendizaje e intentar adaptar esa cultura de modo que dé soporte al tipo de entorno que creemos será el más eficaz. Sin embargo, cambiar una cultura dominante preexistente es muy difícil. No obstante, las nuevas tecnologías permiten crear nuevos entornos de aprendizajes y permiten también crear el tipo de cultura que es más adecuada para sus alumnos.
En cada entorno de aprendizaje, sin embargo, habrá elementos culturales que dominan los otros componentes del entorno. Por este motivo, he considerado que la cultura es el soporte para todos los otros componentes de un entorno de aprendizaje como en la figura a continuación.
Definición de cultura: “ Los valores y las creencias dominantes que tienen influencia sobre el proceso de toma de decisión.”
La elección del contenido, las competencias y actitudes a promover, la relación entre los instructores y los estudiantes, y muchos otros aspectos de un entorno de aprendizaje tendrán una profunda influencia sobre la cultura dominante de una institución o una clase (es decir, todo agrupamiento de estudiantes y profesores). Por lo tanto, en un entorno de aprendizaje cada uno de los componentes ya descriptos recibirá la influencia de la cultura predominante.
Por ejemplo, los padres tienden a llevar a sus hijos a escuelas que representan sus propios valores y creencias, y por lo tanto las características de los alumnos en esa escuela también tendrán la influencia no sólo de sus padres sino también de su escuela. Ésta es una de las diversas formas en que la cultura puede auto reforzarse.
Identificando culturas
La primera vez que noté el impacto de las diferentes culturas fué hace muchos años, cuando estaba realizando una investigación en el Reino Unido sobre la administración de escuelas secundarias (grandes). Esas escuelas habían sido deliberadamente creadas por un gobierno de centro izquierda en Inglaterra en los años 1960 con el objetivo de ofrecer igual oportunidad de acceso a la escuela secundaria a todos los estudiantes. Esas escuelas tenían mucho en común (el tamaño, los planes de estudios, la idea que cada estudiante debería tener las mismas oportunidades educativas) y se podía esperar que todas también tuvieran la misma cultura dominante. Sin embargo, visité 50 de esas escuelas para recopilar información sobre cómo se gestionaban y como enfrentaban las cuestiones principales, y resultó que cada una de ellas era diferente.
Algunas fueron creadas basadas en las antiguas escuelas secundarias altamente selectivas y que funcionaban bajo un estricto sistema de clasificación de sus estudiantes a través de evaluaciones. De este modo, aquellos alumnos que aprobaban los examenes subían un nivel y los más flojos bajaban un nivel con el objetivo final de identificar a aquellos alumnos que tenían condiciones para continuar estudiando en la universidad. El valor dominante aquí era la excelencia.
Otras escuelas eran de un sólo sexo (personalmente siento que una escuela que segrega por sexo no puede considerarse inclusiva). Una de los objetivos principales de una escuela de niñas que visité era enseñar sobre “elegancia” “poise” en inglés. (Lo que me causó cierto malentendido con su directora porque entendí que dijo niños o “boys” en inglés). El valor dominante aquí era desarrollar “las cualidades femeninas”.
Otras eran las escuelas de los pueblos, donde el foco estaba puesto en sacar lo mejor de cada niño, sea cual fuere su habilidad. En esas escuelas, cada clase tenía alumnos con diferentes competencias, cuando mayor el espectro mejor, aunque las clases eran ruidosas y estridentes en comparación con otras instituciones orientadas a las elites. El énfasis aquí está puesto en la inclusión y la igualdad de oportunidades.
Las diferentes culturas de cada una de estas escuelas eran tan marcadas que podía, a veces, detectarla al pasar la puerta, sólo observando la interacción de los estudiantes con el personal y entre ellos en los pasillos, o aún la forma en que los alumnos caminaban (o corrían)
Cultura y entornos de aprendizaje
Considerar que la cultura puede ser una buena o una mala influencia para un entorno de aprendizaje, dependerá de si se comparten o se rechazan los valores y las creencias de la cultura dominante. Las escuelas “residential schools”en Canadá donde los niños aborígenes eran forzados a asistir son un ejemplo de como la cultura condiciona la forma en la que las escuelas funcionan.
El objetivo principal de esas escuelas era deliberadamente destruír la cultura aborígen y reemplazarla con la influencia religiosa de la cultura occidental. En estas escuelas los niños eran castigados por ser quienes eran. En esas escuelas, todos los otros componentes del entorno educativo se utilizaban para reforzar la cultura dominante que era impuesta.
Sin embargo, los resultados para la mayoría de los niños que asistían a esas escuelas eran desastrosos, los responsables (el estado y la iglesia juntos) creían realmente que estaban haciendo lo correcto. Aún se piensa en Canadá que se está “haciendo lo correcto” con la educación aborigen, pero ninguna solución exitosa debe tener en cuenta a las culturas aborígenes, ni tampoco a las culturas predominantes de la cultura occidenteal.
La cultura en las instituciones de educación superior es tal vez más nebulosa, sin embargo aún tiene una fuerte influencia, que difiere no sólo entre las instituciones sino también entre los departamentos académicos de la misma institución.
Cultura y nuevos entornos de aprendizaje
Dado que las culturas predominantes son tan dominantes, es muy difícil cambiarlas. Es particularmente difícil que una persona sola pueda cambiar una cultura dominante. Aún los líderes carismáticos tienen dificultades, como sucede con muchos de los Rectores y Decanos de la universidad.
Sin embargo, las nuevas tecnologías nos permiten desarrollar nuevos entornos y los instructores tienen la oportunidad de crear una cultura que pueda soportar los valores y creencias que consideran importantes para los alumnos de la actualidad.
Por ejemplo, en un entorno de aprendizaje online, he intentado conscientemente crear una cultura que refleje lo siguiente:
Respeto mutuo (entre el instructor y los estudiantes, y especialmente entre los estudiantes);
Apertura a las diferentes opiniones y puntos de vista.;
Argumentación basada en la evidencia y el razonamiento;
Aprendizaje motivante y entretenido;
Explicitación de los valores y epistemologías subyacentes de una disciplina;
Transparencia en la evaluación (es decir, criterios y rúbricas)
Reconocimiento y respeto por las personalidades de cada estudiante en la clase;
Colaboración y ayuda mutua.
Los elementos culturales descriptos reflejan mis creencias y valores, los suyos pueden ser diferentes. Sin embargo, es importante que sea consciente de sus creencias y valores ya que podrá diseñar entornos de aprendizaje que permitan desarrollarlos.
También podrá considerar esos elementos culturales como objetivos de aprendizaje, pero no concuerdo con esa postura. Estos elementos culturales son más amplios y más generales y reflejan lo que creo que son las condiciones realmente necesarias para diseñar un entorno de aprendizaje en la era digital.
Finalmente, podrá cuestionar el derecho del instructor para imponer sus condiciones culturales personales en un entorno de aprendizaje. En mi caso, tengo problemas con este aspecto. Como experto en un área o profesional de la enseñanza, está en una mejor posición que los alumnos para conocer los requerimientos de aprendizaje y los elementos culturales que permitirán alcanzarlos. De cualquier modo, si usted cree que los alumnos deberían participar más en la determinación de la cultura, será también una decisión que puede considerarse también relacionada con la cultura del entorno.
Las relaciones culturales
Entender la complejidad de las sociedades y culturas humanas, siendo conscientes de su riqueza, es un factor clave para comprender y aceptar la diversidad. Un requisito que, en un mundo cada vez más globalizado, se convierte en un aspecto irrenunciable, así como una competencia transversal que aporta un importante valor añadido a cualquier perfil profesional. (UNIBA 2016)
La antropología, al igual que la sociología con quien comparte las sociedades, la cultura y su diversidad como objetos de estudio, sigue siendo esa gran desconocida entre el Gran público. Todavía se piensa en la antropología como una ciencia dedicada exclusivamente a los pueblos indígenas y culturas exóticas lejanas y aisladas de la civilización occidental. Nada más lejos de la realidad, porque en la actualidad la antropología dirige su atención tanto a las sociedades más originarias como a las más avanzadas, entendiendo éstas últimas como las más afectadas por los grandes cambios que el mundo ha experimentado en las últimas décadas: expansión del capitalismo, grandes flujos migratorios, revolucionarios avances tecnológicos en las comunicaciones y el transporte, etc.). Como dice Kottak: “la antropología sigue siendo un campo excitante” que estudia en perspectiva comparativa “todas las sociedades, antiguas y modernas, simples y complejas”, y en un mundo cada vez más globalizado, la antropología tiene ante sí el gran reto de demostrar su trascendental relevancia.
La antropología
En primer lugar, antes de abordar definiciones exhaustivas, conviene saber la procedencia del término Antropología. Proviene de la conjunción de los vocablos griegos: anthropos (humano) y logos (conocimiento).
Se suele encuadrar a la Antropología en el doble ámbito de las ciencias sociales y en el de la tradición de las humanidades. En este sentido, muchas veces se dice que la Antropología es una ciencia social integradora que se dedica al estudio del ser humano de forma holística. El holismo se refiere al estudio de todos los aspectos del ser humano: su pasado, presente y futuro, su naturaleza biológica y social, el lenguaje y la cultura.
Como cualquier otra ciencia, la antropología aplica las herramientas propias del método científico: observa sistemáticamente, registra cuidadosamente y analiza en base a evidencias empíricas sobre su objeto de estudio principal, esto es, la cultura y su diversidad. Dentro de las humanidades, por la perspectiva comparativa y transcultural que aporta, se considera a la antropología como una de las disciplinas más humanísticas.
A grandes rasgos, la antropología es una ciencia que trata de observar, interpretar y representar las voces y enfoques de diferentes épocas, lugares y culturas. “A través de sus diversos subcampos, la antropología reúne enfoques biológicos, sociales, culturales, lingüísticos e históricos. Las múltiples y variadas perspectivas ofrecen una apreciación más completa de lo que significa ser humano” (Kottak 2011).
El origen de la Antropología
La antropología nace en la atmósfera intelectual que se inicia a finales del siglo XVIII. Se consolida como disciplina académica durante la segunda mitad del siglo XIX, en un ambiente que enfrenta al racionalismo francés de Voltaire y el romanticismo alemán de Johan Gottfried von Herder, “el espíritu de las luces frente al relativismo histórico; la noción de universalidad en pugna con la de particularidad” (Díaz-Polanco 1999: 10)
Antropología general y los “cuatro campos”
La antropología (o antropología general) se divide en “cuatro campos”: la antropología social y cultural (o sociocultural), la antropología biológica o física, la antropología lingüística y la antropología arqueológica (más simplemente conocida como “arqueología”).
La antropología social y cultural, la que más seguidores tiene de las cuatro disciplinas de la antropología, estudia las sociedades y las culturas humanas, especialmente su diversidad, esto es, observa, analiza y explica las similitudes y diferencias sociales y culturales. Existen dos tipos de prácticas muy consolidadas dentro del campo de la antropología sociocultural: la etnografía (con base en el trabajo de campo) y la etnología (con base en la comparación transcultural). La etnografía trata de explicar las prácticas culturales de una sociedad o comunidad en particular. Tradicionalmente, los etnógrafos se introducen en pequeñas comunidades, conviven con su gente durante un buen tiempo y recopilan pacientemente numerosos datos con el fin de analizar, interpretar y explicar la vida social, las costumbres, las creencias, la religión, la organización política y las actividades económicas locales. La etnologíaobserva, analiza, interpreta y compara los resultados de la etnografía los resultados obtenidos de la etonografía. Se comparan y contrastan los datos obtenidos en diferentes sociedades para después realizar generalizaciones sobre la sociedad y la cultura. Se puede decir que la etnología lleva lo particular de la etnología a lo general. Los etnólogos buscan similitudes y diferencias culturales, formulan hipótesis y elaboran teorías para comprender el funcionamientos de nuestros sistemas sociales y culturales. La etnología no sólo compara los datos obtenidos de la etnografía, sino también los de otros campos como, por ejemplo, la arqueología, que son imprescindibles para reconstruir los sistemas socioculturales del pasado.

La antropología biológica o física estudia la diversidad biológica del ser humano en el espacio y el tiempo. Dentro de este campo se han consolidado cinco intereses especiales: 1) La evolución humana según revelan los registro de fósiles (paleontología); 2) Genética humana; 3) Crecimiento y desarrollo humanos; 4) Plasticidad biológica humana (la capacidad del cuerpo para enfrentarse a tensiones como el calor, frio y la altitud); 5) La biología, evolución, comportamiento y vida social de monos simios y otros primates.
La antropología lingüística estudia el lenguaje en su contexto sociocultural a través del espacio y el tiempo. Los sociolingüistas tratan de descubrir las relaciones entre las prácticas lingüísticas y las variaciones socioculturales. “Ningún lenguaje es un sistema homogéneo en el que todos hablan de la misma forma”.
La arqueología estudia el comportamiento humano y los modelos culturales a través de los restos materiales que los humanos dejan tras de sí.
Estos “cuatro campos” (o subdisciplinas) están íntimamente interrelacionados y los resultados de las investigaciones de cada uno de ellos pueden influir muy notablemente en los otros.
“La antropología general explora los fundamentos de la biología humana, la sociedad y la cultura, y considera sus interrelaciones”. Los antropólogos comparten ciertos supuestos básicos, entre ellos, el más fundamental según Kottak: “la idea de que no es posible extraer conclusiones acertadas acerca de la “naturaleza humana” a partir del estudio de una sola nación, sociedad o tradición cultural”. Para ello es necesario el “enfoque comparativo” (Kottak 2011: 9).
Un ejemplo de este “enfoque comparativo” y la transferencia de conocimientos entre las subdisciplinas de la antropología podría explicarse a través de cómo las fuerzas culturales dan forma a la biología humana. La perspectiva comparativa biocultural [1] de la antropología afirma que existen fuerzas culturales que moldean continuamente la biología humana. Pensemos que las diferentes tradiciones culturales favorecen ciertas habilidades y merman otras, implementan cánones de belleza y bienestar, fomentan actividades físicas y deportes que varían la complexión física, etc. En este sentido la cultura se entiende como una “fuerza ambiental” esencial que determina en gran medida “cómo los cuerpos humanos crecen y se desarrollan” (Kottak 2011: 9).
Antropología ¿social o cultural?
Según el Diccionario de Antropología de Thomas Barfield (2001: 43-48), la antropología cultural y la antropología social son tradiciones intelectuales diferenciables entre sí e incluso independientes. El uso de los términos “cultural” y “social” para delimitar ambas se popularizó en la década de 1930, aunque tal divergencia ya había aparecido antes. En la actualidad estos dos términos no señalan una división de enfoque precisa, de tal manera que muchos antropólogos ignoran tal distinción. Pero para otros la diferencia continúa siendo importante, aunque sólo sea para delimitar estilos etnográficos diferentes.
La terminología “antropología cultural” suele aplicarse a trabajos etnográficos de carácter holístico que se centran en estudiar cómo las diversas formas de la cultura afectan a la experiencia individual, o en ofrecer una visión global de las de las creencias, costumbres e instituciones de un pueblo. La terminología “antropología social” se aplica a los trabajos etnográficos que intentan delimitar un sistema concreto de relaciones sociales (la vida doméstica, las leyes, la política, la economía). En la antropología social se otorga mayor atención a las bases organizativas de la vida social.
En cuanto a las influencias nacionales e internacionales en el uso distinto de los dos términos, la antropología cultural continúa siendo la tradición dominante en Estados Unidos, y La antropología social lo es en Gran Bretaña. Pero, como nos advierte Barfield, las dos tradiciones no se corresponden exactamente con esa división. El antropólogo británico Edward Tylor (1932-1917) es considerado como el precursor de la antropología cultural. Por otro lado, se considera al antropólogo norteamericano Lewis Henry Morgan como la figura principal de la antropología social británica. Sin embargo, otros antropólogos, como Bronislaw Malinowski, huyeron de cualquier tipo de categorización.
Barfield nos cuenta algunas asimetrías interesantes entre la “antropología social” y la “antropología cultural”. Según Radcliffe-Brown, los antropólogos sociales han visto a la antropología cultural como un campo de investigación distinto, mientras que los antropólogos culturales han identificado a la antropología social como un subcampo de la antropología cultural. Los antropólogos sociales han tendido a minusvalorar algunas de las principales preocupaciones de los antropólogos culturales, como los estudios de “cultura y personalidad”, al suponer que están basadas en premisas erróneas. Por su parte, los antropólogos culturales se han referido a los antropólogos sociales como “quisquillosos adeptos de una doctrina excesivamente estrecha”. La manifestación más explícita de esta desconfianza mutua fue el debate que tuvo lugar en 1951 en The American Anthropologist entre George Peter Murdock y Raymond Firth.
Entre los temas que perduran sobre la distinción entre la antropología social y la antropología cultural, Barfield se hace la siguiente pregunta: ¿Esta distinción es una mera cuestión de estilo o de tradición cultural (coloreada de identidad nacional) o si por el contrario apunta a una divergencia sustancial y filosófica más profunda? Barfield explica el argumento de esta última interpretación:
La antropología cultural, en la tradición de Boas, pretende aprehender la totalidad de la vida cultural humana. La antropología social aborda las bases organizativas de las sociedades humanas. En la práctica, algunos antropólogos culturales también dan prioridad analítica a la estructura social, y algunos antropólogos sociales, cuando analizan los sistemas sociales, aprehenden una gran parte de la vida cultural. Sea como fuere, uno de los enfoques es básicamente sintético, y el otro analítico e inductivo. (Barfield 2001: 47)
La distinción entre la antropología social y la antropología cultural continúa estando presente en la antropología contemporánea, sin embargo ha perdido fuerza y la mayor precisión que tuvo a mediados del siglo XX. Según Barfield, el declive de esta distinción podría deberse a la influencia del antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, quien en 1949 declaró que “la antropología social y la antropología cultural eran parte de la etnología y virtualmente indiferenciables”.
La cultura
Las culturas son tradiciones y costumbres, transmitidas mediante aprendizaje, que forman y guían las creencias y el comportamiento de las personas expuestas a ellas. Los niños aprenden tales tradiciones al crecer en una sociedad particular, mediante un proceso llamado enculturación. (Kottak 2011: 5)
La cultura de una sociedad se conforma a base de muchas generaciones que van consolidando una serie de costumbre y creencias acerca de cómo son y deben hacerse las cosas, la concepción del mundo, la concepción de “el bien y el mal». La cultura es fundamental para la cohesión de las conductas y las creencias de los individuos que viven en una determinada sociedad.
El mecanismo más importante para la transmisión y el mantenimiento de las costumbres y creencias de cada cultura es el aprendizaje, un mecanismo inminentemente social mucho más influyente que la herencia biológica. “La cultura no es en sí misma biológica, sin embargo descansa en ciertas características de la biología humana” (Kottak 2011: 5).
La prueba transcultural
“La prueba transcultural”, según Kottak (2011: 4), es el elemento primordial para el enfoque antropológico. La antropología hunde sus raíces en la “perspectiva transcultural”. Muchas veces no caemos en la cuenta de que la cultura en la que estamos insertos nos resulta “invisible”, la vemos como lo normal, como lo que siempre ha sido, hasta que experimentamos lo que se suele conocer como “choque cultural”, esto es, el cúmulo de sentimientos de extrañeza que experimentamos cuando nos introducimmos en otra cultura distinta de la nuestra de origen y las comparamos. Es entonces cuando nuestras creencias y nuestras costumbres se someten a tensión al compararlas con las de otras culturas y comprobar lo diferentes que son, e incluso totalmente contrarias a las nuestras. Y ante esta perspectiva comparativa se puede afirmar a priori que las concepciones sobre el ser humano, lo que las cosas son y cómo se deben hacer, no pueden ser definidas únicamente por una cultura.
La diversidad cultural
En su conocido manual Antropología Cultural (2011), Conrad Pillip Kottak [2] sostiene que “ningún campo académico tiene un compromiso o respeto tan fuerte con la diversidad cultural como la antropología”.
La antropología explora la diversidad humana en el tiempo y el espacio; estudia toda la condición humana, su pasado, presente y futuro; su biología, sociedad, el lenguaje y la cultura. De particular interés es la diversidad que proviene de la adaptabilidad humana. (Kottak 2011: 4)
La creatividad, la adaptabilidad y la flexibilidad son atributos humanos básicos, y la diversidad humana es el tema de estudio de la antropología. (Kottak 2011: 5)
Al principio del manual, Kottak nos comenta una interesante experiencia que denomina “Otra mirada a…” y que ha procurado aplicar siempre a sus alumnos en clase. El propósito de esta experiencia es descubrir las diferencias más destacadas que los alumnos extranjeros perciben entre su cultura de origen y la del país donde se encuentran estudiando. “El punto de vista de un extranjero puede ayudar a hacer visibles características particulares de la cultura propia”. Es al estudiar otras culturas cuando “aprendemos a apreciar, a cuestionar y a reinterpretar aspectos de nuestra cultura”.
La “Otra mirada a…” de Kottak no sería en esencia muy diferente de lo que Thomas R. Williams llamó el “desgaste del etnocentrismo” en la investigación de la cultura.
Tratándose del estudio del otro hay un conjunto de dificultades, de obstáculos para que el investigador pueda captar o «comprender» en su profundidad y significado, en su función, etcétera, el fenómeno cultural que quiere estudiar. Uno de los obstáculos principales consiste en los preconceptos, en las nociones etnocéntricas que inevitablemente el antropólogo carga como bagaje de su propio mundo. Por consiguiente, hay que desgastar tal etnocentrismo. (Díaz-Polanco 1999: 17)

Adaptación biológica y cultural
La evolución de los seres humanos ha dependido de dos tipos de adaptación: la biológica y la cultural. Entendiendo por adaptación el conjunto de cambios que los organismos realizan para enfrentarse y sobrevivir a las diversas fuerzas del ambiente y las circunstancia a la que están sometidos, los humanos a lo largo del tiempo hemos tenido que adaptarnos, por ejemplo, al clima de diferentes lugares. En este caso, la adaptación biológica podría dar cuenta de las diferencias fisionómicas de los individuos en distintas partes del mundo; pero aprendimos también a abrigarnos para no pasar frio. Cuando nos trasladamos de un lugar más cálido a uno más frio, procuramos llevar la ropa más adecuada para soportar el frio. Esto último es una de las múltiples adaptaciones culturales que hemos desarrollado para protegernos y adaptarnos a las inclemencias del clima y la meteorología.
En la siguiente tabla (Kottak 2011: 8) podemos ver las diferentes formas de adaptación cultural y biológica que tenemos los humanos para adaptarnos a lugares de gran altitud.

Podemos preguntarnos: ¿entre la adaptación biológica y la cultural, de cuál de ellas ha dependido más la evolución de los seres humanos? Si tenemos en cuenta todos los cambios que hemos experimentado desde el mismo origen de la humanidad, no será fácil responder a esta pregunta. Aparte de la cuantía de los cambios hay que tener en cuenta los aspectos cualitativos, los cuales, según la relevancia que se otorgue a uno y otros cambios de diferente índole (biológicos y culturales), forman parte del extenso e intenso debate Biología vs Cultura, que enfrenta, por ejemplo, a antropólogos culturales y sociobiólogos. Las controversias de este debate se centran en torno a la idea de si ha sido la cultura la que ha propiciado la evolución biológica humana o al contrario. La tesis más comúnmente aceptada es que evolución biológica y evolución cultural han corrido parejas en continua interconexión. No obstante, de los más de 150.000 años de vida que se estima que el homo sapiens lleva sobre la Tierra, en los últimos 10.000 años los cambios culturales han sido mucho más numerosos y relevantes. En palabras de Kottak:
Conforme se desarrolla la historia humana, los medios de adaptación social y cultural se han vuelto cada vez más relevantes. En este proceso, los humanos han imaginado diversas formas de enfrentar la diversidad de ambientes que han ocupado en el tiempo y el espacio. Las tasas de adaptación y cambio culturales se han acelerado, en particular durante los últimos 10.000 años. Durante millones de años, la caza y la recolección de los recursos de la naturaleza, el forrajeo, fue la base exclusiva de la subsistencia humana. Sin embargo, sólo se requirió de algunos miles de años para la producción de alimentos (el cultivo de plantas y la domesticación de animales), que se originó hace unos 12.000-10.000 años, para sustituir el forrajeo en la mayoría de las áreas. Entre 6.000 y 5.000 años antes del presente, surgieron las primeras civilizaciones. Eran sociedades grandes, poderosas y complejas, como el antiguo Egipto, que conquistó y gobernó grandes áreas geográficas.
Más recientemente, la extensión de la producción industrial afectó profundamente la vida humana. A lo largo de la historia, las grandes innovaciones han surgido a costa de las anteriores. Cada revolución económica ha tenido repercusiones sociales y culturales. La economía global actual y las comunicaciones vinculan a todas las personas contemporáneas, directa o indirectamente, en el moderno sistema mundial. Las personas deben enfrentar fuerzas generadas por sistemas cada vez más grandes: región, nación y mundo. (Kottak 2011: 8)
El estudio de las “adaptaciones contemporáneas” en un mundo cada vez más global forma parte de ese gran reto que tiene ante sí la antropología, como indicaba al principio. “Las culturas de las personas del mundo necesitan ser redescubiertas constantemente y ellas se reinventan en circunstancias históricas cambiantes” (Marcus y Fischer 1986: 24 en: Kottak 2011: 8).
La antropología social y cultural y la sociología
La antropología social y cultural comparte con la sociología el mismo interés por las diferentes formas de organización social y los comportamientos dentro de ellas. Según Kottak (2011: 14-15) Las diferencias más significativas entre la antropología social y cultural y la sociología provienen del tipo de sociedades a las que cada una se enfocaron en sus inicios. Mientras la sociología se centró en las sociedades industriales de occidente, la antropología puso su punto de mira inicial en las sociedades no industriales, pequeñas y no letradas (sin escritura). Cada disciplina elaboró sus propios métodos de recopilación de datos, los que cada una consideró más adecuados según el tipo de sociedad. Así, la sociología hizo uso de las estadísticas y del muestreo para describir fenómenos de las sociedades industriales, mientras que la antropología se apoyó en la etnografía, “un proceso de investigación en el que el antropólogo observa registra y se involucra de manera cercana en la vida diaria de otra cultura; experiencia etiquetada como el método de trabajo de campo, y luego escribe un relato sobre esta cultura, con énfasis en el detalle descriptivo” (Marcus y Fischer 1986: 18 en: Kottak 2011: 15). De gran importancia en la etnografía es la peculiar técnica de investigación de la “observación participante” que implica “tomar parte en los eventos que uno observa, describe y analiza”.
Si bien hemos referido las diferencias sustanciales de ambas ciencias a los métodos de investigación y los tipos de sociedades objetos de su estudio en sus inicios, ahora la antropología sociocultural y la sociología convergen en muchas áreas de estudio y comparten métodos. A medida que se extiende y se complejiza el moderno sistema mundial, los sociólogos hacen más incursiones en países en desarrollo y otros lugares que fueron campos exclusivos de estudio de la antropología. De igual manera, los antropólogos ahora centran mayor atención en países industriales, donde estudian cuestiones de gran relevancia como el “declive rural”, la vida social de las grandes ciudades y el papel que los avances tecnológicos de la comunicación juega en los cambios socioculturales.
Notas
[1] Biocultural se refiere a la combinación de enfoques biológicos y culturales para abordar o resolver un tema o problema particular
[2] Conrad Phillip Kottak (A.B. Columbia College, 1963; Ph.D. Columbia University, 1966) posee el rango Julian H. Steward de profesor colegiado en antropología de la Universidad de Michigan, donde ha impartido cátedra desde 1968. Fue director del Departamento de Antropología de 1996 a 2006. El profesor Kottak realizó trabajo de campo etnográfico en Brasil (desde 1962), Madagascar (desde 1966) y en Estados Unidos. Sus intereses generales están en los procesos mediante los cuales las culturas locales incorporan y se resisten a formar parte de sistemas más grandes. Este interés vincula sus primeros trabajos acerca de la ecología y la formación del Estado en África y Madagascar con su investigación más reciente acerca de la globalización, las culturas nacional e internacional, y los medios masivos de comunicación. En proyectos de investigación recientes, Kottak y sus colegas han estudiado el surgimiento de la conciencia ecológica en Brasil, el contexto social de la deforestación y la conservación de la biodiversidad en Madagascar, y la participación popular en la planificación del desarrollo económico en el noreste de Brasil.

Biografía
Barfield, Thomas, ed. 2001. Diccionario de antropología. Barcelona: Edicions Bellaterra.
Bottomore, Tom. 1973. Las clases en la sociedad moderna. Buenos Aires: La Pleyade.
Díaz-Polanco, Héctor. 1999. La antropología social en perspectiva. Ciudad Universitaria, México, D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, Coordinación de Humanidades.
Harris, Marvin. 1996. El desarrollo de la teoría antropológica: historia de las teorías de la cultura. Mexico: Siglo XXI Editores.
Kottak, Conrad Phillip. 2011. Antropología cultural. 14.a ed. México, D. F.: McGraw-Hill.
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