El ballet d´acción.
Francia el inicio del ballet como lo conocemos hoy
Era una asociación de trece expertos de baile cuya finalidad, según el preámbulo de las cartas del rey era «restaurar el arte de la danza a su perfección original y mejorarlo tanto como sea posible».
El grupo tenía la intención de codificar las danza de corte y de carácter y de certificar maestros de danza por examen, pero como no se han encontrado archivos de la organización, no ha sido posible evaluar con detalle sus actividades y logros. La Academia Real de Música, fundada originalmente en 1669 como la Académie d’ Opéra, fue una compañía que estuvo estrechamente relacionada con la de ópera y ballet y, aunque las dos instituciones nunca se fusionaron, miembros de la academia de baile también se asociaron con la ópera.


Luis XIV el Rey Sol es sin dudas unas de las figuras capitales para el desarrollo de la danza académica y espectacular. Gracias a él se institucionaliza la danza, y comienza a convertirse en una profesión con una preparación metódica para sus bailarines.
Ballet d’action: Una Revolución en el Mundo del Ballet
El Ballet d’action surgió en el siglo XVIII como una revolucionaria fusión de expresividad y simbolismo en el mundo del ballet. Esta terminología fue establecida posteriormente en 1855 por el crítico teatral Théophile Gautier. A diferencia de los ballets tradicionales que dependían del diálogo, el Ballet d’action se centraba en utilizar el movimiento puro como medio de comunicación. Las acciones, las motivaciones subyacentes y las emociones se trasmitían principalmente a través del arte del movimiento.
Este género se esforzaba en darle protagonismo a la auténtica expresión del bailarín. Se trataba de evocar y encarnar sentimientos y pasiones a través de movimientos y coreografías realistas. Si bien se aprovechaba el aspecto mimético de la danza, también se buscaba liberarla de cualquier simbolismo exagerado o no realista. Este equilibrio entre la mímica y la genuina expresividad constituía un desafío constante para los artistas.
El Ballet d’action a menudo incorporaba accesorios y vestuarios que enriquecían la narrativa. Por ejemplo, en la obra «La Fille mal gardée», un pañuelo es utilizado para simbolizar el amor del protagonista masculino, que es posteriormente aceptado por la protagonista femenina en un tierno acto de coquetería. Estos accesorios no eran meros adornos, sino que interactuaban en armonía con el movimiento del bailarín, complementando la narrativa.
Los programas teatrales a menudo brindaban aclaraciones sobre las tramas presentadas en el escenario. Sin embargo, se cuestionaba el uso excesivo de estas explicaciones, ya que podían opacar la esencia del Ballet d’action.
Jean-Georges Noverre, un destacado coreógrafo francés, suele ser reconocido como el principal pionero detrás de la conceptualización del Ballet d’action. Aunque su ‘Letra 1’ es un testamento de sus pensamientos sobre este estilo, es crucial reconocer que hubo muchos otros artistas y teóricos que también contribuyeron al desarrollo y evolución de este género. Noverre puede haber articulado las ideas con claridad, pero fue el resultado de una serie de influencias y experimentaciones en la danza de su época.
**Evolución e Influencias en el Ballet**
A comienzos del siglo XVIII, la danza grotesca dejó una huella imborrable en el mundo del ballet, originando dos corrientes contrastantes. Por un lado, emergió el estilo de Gennaro Magri, caracterizado por una postura y un baile mecanizados y rígidos. Por otro, John Weaver abogó por infundir pasión y expresión en la danza. Según él, en su obra «Ensayo hacia una historia de la danza moderna», la «danza moderna» (vinculada al carácter grotesco) debía fusionar la mímica con la coreografía, permitiendo que las emociones y la narrativa fueran evidentes solo a través del movimiento y la expresividad del bailarín.
Marie Sallé, otra figura emblemática de esta época, no solo influyó en la gestación del ballet d’action sino que se destacó como bailarina, coreógrafa y maestra. Sus habilidades miméticas, probablemente afianzadas durante su participación en carnavales, la posicionaron como una pionera en la expresión teatral en el ballet. La transición de la danza grotesca a la pantomima sentó las bases para el ballet d’action, en el que Sallé jugó un papel fundamental. Su interacción con Noverre le permitió exponerlo a un estilo moderno y apasionado de danza, transmitiendo sentimientos en escena. Innovadora, Sallé abandonó el uso de máscaras y disfraces pesados, optando por vestuarios simples y dejando su rostro visible para el público. Noverre mismo quedó impresionado y plasmó sus observaciones sobre las actuaciones apasionadas y libres de Sallé.
A pesar del aporte invaluable de Sallé, Jean-Georges Noverre es quien comúnmente se asocia con el concepto de «Ballet d’action». Sin embargo, es importante notar que Noverre nunca utilizó este término en su obra original. Su reconocido manual «Lettres sur la danse, et sur les ballets» escrito en 1760 en Lyon, Francia, abogaba por una profunda reforma del ballet tradicional. Su propuesta de un «ballet en acción» (ballet en movimiento) resumía sus ideas revolucionarias para el arte del ballet. Sin embargo, la primera traducción al inglés de su trabajo en 1782 utilizó erróneamente el término «ballet d’action», lo que ha llevado a confusiones y malinterpretaciones a lo largo de los años. Es esencial entender y apreciar estas influencias y matices para comprender plenamente la evolución del ballet en esta época transformadora.
**El Legado Innovador de Noverre en el Ballet:**
Jean-Georges Noverre, en su manifiesto, introdujo una visión revolucionaria para el ballet. Estas fueron las piedras angulares de su pensamiento:
1. **Tramas Coherentes:** Noverre rechazó las narrativas ilógicas y extravagantes, instando a que los ballets tuvieran una estructura razonada. Abogaba por una coherencia en la acción escénica y que cada escena mantuviera un tono uniforme. Aunque se podría jugar con la variedad y el contraste en el ballet, esto debería verse en el conjunto de la obra y no en escenas individuales.
2. **Realismo sobre Simbolismo:** En un giro radical, Noverre desplazó el enfoque del simbolismo y la abstracción típica del ballet de la corte. Estipuló que los personajes mitológicos solo deberían estar presentes si sus acciones y emociones remiten a experiencias humanas auténticas.
3. **Énfasis en la Expresión:** La propuesta de eliminar las máscaras era revolucionaria. Para Noverre, el rostro del bailarín era un lienzo expresivo, vital para transmitir emociones y conectarse con el público.
4. **Reforma en el Vestuario:** Noverre defendió vestimentas más ligeras y prácticas, que resaltaran la figura del bailarín y facilitaran el movimiento. Se oponía a los trajes pesados y engorrosos que no agregaban valor a la interpretación. La vestimenta, según él, debía ser un reflejo fiel del personaje representado.
5. **Colaboración Integrada:** Fomentó la interacción y comunicación entre todos los involucrados en una producción. Contrario a la norma de la época, donde cada especialista trabajaba de manera aislada, Noverre creía que un enfoque unificado y colaborativo era esencial para la excelencia en el ballet.
6. **Educación Holística para los Coreógrafos:** No solo consideraba esencial que un coreógrafo dominara su arte, sino que también debía educarse en disciplinas relacionadas. Por ejemplo, aprender pintura podría ayudar en la composición de formaciones en el escenario, mientras que observar la vida cotidiana podía enriquecer la creación de personajes realistas.
Además de sus innovaciones, vale la pena destacar a los contemporáneos que también dejaron su huella en este periodo de transformación del ballet. Entre ellos estuvieron coreógrafos como Jean-Baptiste de Hesse y Franz Anton Hilverding, el crítico Gasparo Angiolini, y Louis de Cahusac, libretista e historiador de la danza. Juntos, formaron un movimiento que remodeló el panorama del ballet y sentó las bases para las generaciones futuras.
**El Resurgimiento del Ballet y la Evolución de la Danza en el Siglo XVIII**
El siglo XVIII marcó un renacimiento en la historia de la danza, especialmente en la forma de ballet, con eventos y producciones que dieron forma y caracterizaron el género durante este período. Uno de los hitos más significativos fue «Les Indes galantes» de Rameau en 1735. Esta obra no solo se destacó por su magnífico despliegue de efectos espectaculares, como naufragios y erupciones de volcanes que encantaron a las audiencias de la época, sino también por su profundo mensaje subyacente.
La obra ofreció una crítica sutil a la Europa de la época, conocida por sus guerras y violencia. En contraste, «Les Indes galantes» presentaba mundos utópicos, pacíficos y más deseables. Esta representación servía como un espejo que reflejaba las debilidades y fallas de la sociedad europea del siglo XVIII. Además, la obra celebraba la alegría de vivir, que se manifestaba en brillantes técnicas de danza que variaban en forma y estilo.
Este período también vio el surgimiento de los «divos», bailarines que se destacaban por su excepcional talento y carisma. Louis Dupré, conocido como el gran Dupré, fue uno de esos talentos sobresalientes. Su maestría en la danza fue tan notable que el renombrado coreógrafo Noverre lo describió como «una bella máquina perfectamente organizada». Su presencia en el escenario, adornado con trajes majestuosos, era una visión para contemplar. Aunque avanzaba en edad, su habilidad y carisma capturaron la imaginación de muchos, incluido el conocido Giacomo Casanova.
Los avances en la técnica de la danza se desarrollaron rápidamente. Hacia 1730, el término «danse haute» comenzó a ganar popularidad sobre «danse terre à terre», simbolizando un cambio radical en la forma en que se ejecutaba el ballet. El cambio de la danza de corte, realizada en salones grandes y pequeños rodeados de espectadores, a la danza teatral, con una audiencia sentada frente a un escenario elevado, impulsó la evolución de técnicas y estilos de danza.
Esta transición hacia el teatro también llevó al surgimiento de movimientos más espectaculares, como saltos y acrobacias. El virtuosismo se convirtió en la norma, y los bailarines se esforzaron por superar los límites de lo que se consideraba posible. El bailarín que podía realizar tres cabriolas, cuando la norma era solo dos, se elevaba al estatus de «étoile», o estrella. La búsqueda de la perfección y la superación personal se convirtió en el sello distintivo de esta nueva era del ballet.
El ballet, esa danza refinada que ha evolucionado a lo largo de los siglos, comenzó a experimentar una transformación sin precedentes en la época del Barroco. Ya no se esperaba que los cortesanos participaran en estos espectáculos, pues la exigencia técnica requerida había alcanzado un nivel inimaginable. Estas destrezas técnicas, pulidas y perfeccionadas, pasaron a ser el legado para futuros artistas.
Con este cambio surgió la necesidad de liberar a los bailarines de los pesados ornamentos y trajes de época. Marie Anne Cupis de Camargo, una virtuosa del ballet, nos muestra este cambio al optar por faldas que permitieran al público apreciar cada elevación y paso. Contrario a ella, Marie Sallé ponía énfasis en la danza expresiva y la pantomima. Esta dualidad en estilos es testimonio del rico tapiz artístico entre París y Londres durante aquellos tiempos.
Sin embargo, como todo en la vida, el ballet también vivió sus momentos de transición. El retiro de bailarines insignes como la Camargo y Dupré, y el fallecimiento de la Sallé, marcaron el fin de una era y el comienzo de otra, dominada por el virtuosismo. Los italianos, con figuras como la Campanini y Gaetano Vestris, traían consigo un nuevo brillo y un flamante estilo.
El año 1751 fue particularmente significativo, con el nombramiento de Jean-Georges Noverre como primer danseur de la Opéra. Noverre, un vanguardista en su época, plasmó sus ideas revolucionarias en «Lettres sur la danse et sur les ballets». Aunque otros como Hilverding y Angiolini contribuyeron a esta nueva era, Noverre es considerado la estrella guía.
Curiosamente, Noverre llevó a cabo gran parte de su trabajo fuera de París, en lugares como Alemania. Las razones para esto se encuentran en la historia misma. Francia, que se encaminaba hacia tiempos turbulentos previos a la Revolución, enfrentaba un declive, mientras otras potencias emergían con fuerza, financiando generosamente las artes.
Durante este período, obras maestras como «Don Juan» y «Medée et Jason» redefinieron el ballet. La época llamó a una revisión de la danza, eliminando lo superfluo y enfatizando la autenticidad y expresión. Noverre, como purificador, abogaba por un ballet que representara pasiones y sensibilidades genuinas.
Mientras tanto, la sociedad europea comenzaba a mirarse a sí misma con una lente crítica. La ilustración estaba en pleno auge y Europa buscaba la verdad. Noverre desafió las normas, impulsando un cambio que priorizaba la esencia sobre la apariencia.
El fin del siglo XVIII nos trajo piezas como «La fille mal gardée» de Jean Dauberval, que presentaba una representación más realista y burguesa de la sociedad. Sin embargo, antes de que se pudiera asimilar por completo esta nueva dirección, el mundo fue sacudido por la Revolución Francesa y sus consecuencias.
Finalmente, después de la era napoleónica, mientras Francia luchaba por redefinirse, el ballet encontró su renacimiento en Italia. Viganó, seguidor de Noverre, y el teórico Cario Blasis, con su «Code of Terpsichore», sentaron las bases del baile clásico que hoy conocemos y amamos.